En 2015 se hizo el cálculo de que una de cada dos personas que nazcan en España desarrollará un tumor a lo largo de su vida. La buena noticia es que la mortalidad de esta enfermedad va disminuyendo y las probabilidades de supervivencia son cada vez mayores.
Lo que llamamos normalmente cáncer consiste en una acumulación de células en un determinado organismo del cuerpo, normalmente localizadas. Aunque existen factores genéticos que predisponen a algunas personas a esta enfermedad, existen dos elementos a tener en cuenta que influyen enormemente:
- Los hábitos de vida. Algunos cánceres, como los de pulmón, están directamente relacionados con el tabaquismo en la inmensa mayoría de los casos. Por otra parte, el abuso del alcohol, de determinadas grasas o una vida sedentaria también pueden constituir factores que lo favorezcan.
- La edad. Aunque determinados cánceres tienen más incidencia en edades tempranas (caso de la leucemia), lo habitual es que, cuanto más envejezcan las células, más aumenten las posibilidades de mutaciones que deriven en tumoración.
En estos casos, el diagnóstico precoz es un seguro de vida porque la mayoría de los cánceres, si se tratan a tiempo, tienen cura. De hecho, en las últimas décadas ha aumentado exponencialmente la supervivencia y en casos como el de mama más del 90 % de las mujeres lo superan. En cualquier caso, es fundamental tener en cuenta que cada organismo reacciona de forma diferente ante el tratamiento, de ahí que, pese a grandes avances como la introducción de la quimioterapia, radioterapia y nuevos fármacos, esta enfermedad sea una gran desconocida para los facultativos.
Un elemento fundamental que ayuda en la sanación de la persona que pasa por este trance es el apoyo de su entorno. Hay estudios científicos que concluyen que las personas que padecen esta enfermedad que cuentan con una red de relaciones afectiva extensa tienen más fácil la curación. Esto se debe a que las posibilidades de caer en una depresión se reducen porque la persona no se siente sola.
Otra cosa donde se ponen de acuerdo todos los especialistas es en que la actitud es un factor que favorece la curación o la dificulta. Una persona que después de recibir el mazazo psicológico tome su proceso de sanación de forma proactiva y optimista tienen más posibilidades de superar la enfermedad que otra que no lo tome así. Por lo tanto, y una vez más, el querer es poder.