Las distintas tradiciones religiosas y místicas han hablado de la idea del perdón. Es cierto que, como principio general, tiene un efecto liberador si este es sincero. El principal objeto de este artículo, desde el respeto a las distintas creencias personales, es explicar en qué consiste el perdón desde una perspectiva funcional.
El perdón como liberación
La capacidad de perdonar supone dar por saldadas las cuentas de agravios con otra persona o colectivo. Es importante señalar que los agravios pueden ser ciertos o imaginarios. Lo fundamental es que se da carpetazo a la situación en un plano psicológico.
El catolicismo ha hecho del perdón uno de los principales axiomas de su catecismo. La posibilidad de que todos los seres humanos se puedan redimir necesita de la existencia del perdón incondicional. Hoy son varias las filosofías que incorporan este concepto por su practicidad. Lo cierto es que perdonar, además de ser un ideal elevado, también es práctico para vivir.
Hay que señalar que el perdón no implica necesariamente olvidar. El mundo está lleno de personas tóxicas que conviene evitar. En consecuencia, perdonar no implica caer otra vez en el mismo error. Las vertientes del perdón son dos, endógena y exógena.
Liberación individual
La liberación individual es el principal motivo por el que el perdón es útil. Uno de los problemas del rencor estriba en su capacidad de retroalimentarse. El odio no suele servir para construir algo que nos haga felices. En consecuencia, te convendrá pasar página de las situaciones, quieras o no retomar el contacto con el que te ha ofendido.
Si tomáramos una medida de cuánto tiempo perdemos en nuestra vida por no perdonar, comprobaremos que no compensa. Las personas que saben perdonar y poner fin a las cosas de forma interna e íntima, suelen ser más felices.
Liberación de terceros
La liberación de terceros es otro buen motivo para perdonar. Hay ocasiones en las que puedes retomar el contacto con la persona que te ha ofendido. En este caso, es indudable que perdonar es un paso imprescindible para construir un vínculo sano. Eso sí, piensa que, cuando perdones a un tercero, eso tiene que ser auténtico. No tiene sentido perdonar si en tu corazón sigue habiendo rencor.
Por otra parte, hay que recordar que perdonar no implica volver al estado anterior. Si tienes intención de ser más feliz, deberías considerar la posibilidad de poner fin a la afrenta. Eso suele ser lo mejor para ti y para tu salud.
Conclusión
Lo cierto es que muchas personas tienen problemas para perdonar por defecto o por exceso. El primer caso implica ser en exceso rencorosos y no pasar página ante una ofensa. Hay un reverso consistente en perdonar sin tener en cuenta la magnitud del problema ni calibrarlo. En consecuencia, podemos decir que un perdón equilibrado y consciente es útil para la persona que perdona.
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