Pocos sentimientos son más desoladores que el sentimiento de abandono. Además, esta emoción resulta limitante para nuestra vida diaria y, en especial, en nuestras relaciones con los demás. Muchas personas exitosas en distintas áreas se sienten muy solas.
Estas emociones se empezaron a estudiar desde el psicoanálisis y hoy existe una teoría del apego que explica con bastante amplitud las reacciones fisiológicas asociadas a este sentimiento. Lo más habitual es que la sensación de abandono en la edad adulta venga generada por un problema en la niñez o adolescencia que se puede manifestar de distintas formas: abandono por los progenitores o cuidadores o, por el contrario, sobreprotección.
Las personas que han sido abandonadas durante su infancia por sus padres, ya sea porque no estaban ahí o porque, estando físicamente, no dieron a sus hijos los cuidados que requerían. Hay que dejar bien claro que, si bien en el pasado esta carencia era sobre todo fisiológica, en los últimos años se ha dado una importancia creciente a los factores emocionales que son importantes para entender determinados comportamientos a partir de la adolescencia.
La sobreprotección suele ser perniciosa, aunque quizás no resulta tan evidente a corto plazo. Unos padres que no permiten que su hijo (dentro de unos límites) se equivoque o tome decisiones autónomas se encontrarán con que, cuando este sea adulto, no sabrá defenderse en sociedad y, probablemente, cuando se encuentre con problemas tendrá una sensación de soledad. Por este motivo, hay que evitar la infantilización cuando los hijos crecen.
También existe otra tipología en el sentimiento de abandono referida a aquellas personas que, por situaciones traumáticas que ya han vivido de adultas, sienten incomprensión a su alrededor. Sucede, simplemente, que la mayoría de las personas no entenderían qué les sucede y, en consecuencia, se alejan de los demás y se aíslan. El sentimiento de abandono puede retroalimentarse debido a estas actitudes.
Cuando una persona se siente sola buscará refugio en otras alternativas como el juego, el tabaco, el alcohol o determinadas relaciones tóxicas. En definitiva, no sanar este sentimiento puede llevar a adicciones, de ahí que sea una prioridad entender qué nos está pasando.
Cuando se detecta esta situación, es conveniente que realizamos un examen de conciencia y veamos, honestamente, si el abandono es real o si, en cambio, responde a una situación que hemos vivido en el pasado y que se reproduce como un automatismo.
En Emocodificación y Sanación Genética trabajamos para que identifiques la causa de tu sensación de abandono y la sanes, desde la empatía y la comprensión.