Como principio general, hay quien piensa que reponerse sin más de una situación traumática es un acto de valentía. Nada más lejos de la realidad, suele ser un ejemplo de inconsciencia.
Aunque Don Quijote es un personaje entrañable y ciertamente tiene un mensaje importante que enseñarnos, su actitud de enfrentarse a las situaciones no es la de alguien que haya interiorizado lo que es.
Conozco casos de gente que se podría decir que tiene una resiliencia prodigiosa. Ahora bien, la pregunta es si realmente ha superado sus miedos o si, simplemente, actúa por impulsos, como lo hacen los insectos. Si es este último caso, no hay nada de valentía.
En mi vida he conocido a muchos supuestos valientes que son, ante todo, kamikazes vocacionales y que hacen lo mismo con 35 años que cuando eran adolescentes. No ha habido ningún aprendizaje.
La persona valiente tiene miedo como los demás. Quizás la principal diferencia está en que los reconoce, integra como parte de su ser y, a pesar de tenerlos, se enfrenta a las situaciones. De esta manera, podrá aprender de los errores del pasado y de sus miedos para alcanzar sus metas con unos pilares sólidos.
El miedo nos paraliza y, en una sociedad como la actual, es una rémora. El mundo cambia muy rápido y no saber adaptarnos nos genera muchos problemas. Por este motivo, y aunque cumple con una función esencial, no conviene que sea el que determine nuestra existencia. Cuando reconocemos el miedo, lo incorporamos como una parte que está ahí que nos permite ser más cautos.
Entender que el miedo puede ser un indicador muy útil para nuestro proceso de crecimiento personal y espiritual hará que nos reconciliemos con este y que lo tengamos como elemento a considerar cuando hagamos algo nuevo o iniciemos relaciones con otros seres humanos.
Quizás perdamos en espontaneidad, pero ganaremos en sabiduría porque sabremos cuándo una situación es segura y cuándo no, así como distinguir los momentos en que nos conviene.
La persona valiente es, pues, aquella que, conociendo sus debilidades y miedos, no permite que estos determinen su existencia. Conoce sus miserias y se sobrepone a sus fracasos para conseguir aquello que se proponga.
Varios profesionales de la psicología o humanistas han hablado de esta dimensión de la valentía que te conviene conocer.
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