Somos conscientes de que esta frase es un tópico y que se ha empleado en múltiples contextos, pero lo cierto es que es radicalmente veraz. No en vano, y si se saben gestionar bien las situaciones, de una desgracia surge una oportunidad de crecimiento.
Los seres humanos de la prehistoria tenían que enfrentarse a un medio hostil. ¿Cuántas veces fracasaron antes de conseguir dominar el fuego, por ejemplo? Lo que no se puede dudar es que la mayoría de los triunfos vienen precedidos de múltiples fracasos.
Por otra parte, y aunque sabemos que esto a veces no sirve de consuelo, durante nuestra existencia no dejamos de aprender de todas las experiencias. A veces comprobaremos que teníamos razón, otras que quizás teníamos que revisar mejor nuestros apriorismos y, finalmente, otras veces tendremos que reconocer que estábamos del todo equivocados. El proceso será en ocasiones doloroso, pero ello no significa que no resulte útil.
Tenemos que recordar que el mundo actual parte de una contradicción. Por una parte, nuestro software (cerebro) está preparado para superar una serie de obstáculos, pero, por la otra, la realidad es mucho más compleja. En consecuencia, suele suceder que, a veces, nos equivoquemos en decisiones o que las otras personas no respondan como esperábamos. Antes las relaciones eran mucho más estables, ahora no lo son y, muchas veces, no es culpa de nadie.
Por lo tanto, el paradigma con el que tenemos que trabajar es diferente, partiendo de la base de que el error puede servirnos para crecer y mejorar. Eso sí, siempre y cuando no tengamos vocación masoquista y tengamos propósito de enmienda y aprendizaje. Es poco inteligente lamentarse toda la vida de un error, pero lo es menos empecinarse en él cuando no hay otro dato que nos permita pensar que podemos triunfar. Tener en cuenta este aspecto es fundamental porque, de lo contario, estaremos muchas veces dando golpes al aire sin conseguir el objetivo.
Lo que sucede es que nos han educado muchas veces pensando que el fracaso siempre es malo y esa premisa es falsa. Sí es cierto que, como principio general, conviene hacer las cosas bien y reflexionar pros y contras para no tener problemas… Ahora bien, no es verdad que los errores sean siempre malos porque son una pauta para saber cómo hacer las cosas bien. El mundo cambia rápido, así como la tecnología y los valores sociales, de manera que lo que hace 20 años era bueno quizás no lo sea hoy.
Si hacemos este cambio en la mentalidad, probablemente las cosas nos irán mejor. Esta es la razón por la que, en condiciones normales, deberíamos tomar los avatares de la vida, no desde la indiferencia, pero sí relativizándolos y entendiendo que, si captamos los mensajes, las cosas nos irán mejor.
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