No considero que tenga una imagen fetichista del proceso de renovación personal porque, si bien es necesario incorporar determinados elementos para progresar en la vida, la naturaleza suele ser sabia. Lo que funciona bien, funciona por algo. Por lo tanto, si hay que cambiar algo, siempre tiene que ser para mejor, nunca para peor.
Ahora bien, el problema está en que antes las cosas cambiaban en décadas e incluso siglos, mientras que ahora lo hacen en pocos años. Si tienes una edad, recuerda cómo eran las interacciones hace 25 años. Para coincidir con alguien, ibas a un lugar común de reunión o llamabas por teléfono fijo, con la posibilidad de que la persona no estuviese en casa y, por lo tanto, no la pudieras localizar en todo el día. Hoy existen los teléfonos móviles, el correo electrónico o WhatsApp y nos preocupamos muy mucho si alguien desaparece un día.
Bien, la adopción de nuevos hábitos puede aplicarse en la vida como valor genérico. Quizás en el pasado te valía aguantar determinadas limitaciones, pero a la larga te resultan insoportables porque sientes que estás estancado. Si eso sucede, señal de que necesitas un proceso de renovación para crecer. Sí es cierto que cada persona lo vive a su manera y es posible que tengas que esperar unos meses o unos años, dependiendo de tu nivel de maduración y consciencia. También el entorno puede influir, aunque, por mi experiencia personal, lo único que hace, en el peor de los casos, es retrasar algo que es del todo inevitable.
Ahora bien, la renovación para mí tiene una similitud con el proceso de regeneración de la vegetación allí donde existen cuatro estaciones. Cuando llegas al invierno, te despojas de aquello que te resulta inútil para volver a crecer y solo se mantendrá aquello que realmente te aporta algo positivo. Esto sucederá con tus hábitos, pero también con tus relaciones de amistad, afectivas y muy posiblemente con tu trabajo, si este no te satisface.
Lo que sí quiero dejar claro es que, para renovarte y tomar decisiones con los demás, has de empezar tomándolas contigo mismo. Desprenderse de lo viejo puede ser un acto sumamente liberador, siempre y cuando no suponga una huida hacia delante. Hay muchas personas que confunden el desapego y desprenderse de lo viejo con disparar hacia los demás.
Normalmente, las decisiones extremas vienen motivadas por algún desequilibrio antiguo y reconocernos es fundamental para no autoengañarnos. Muchos nos podrán indicar los problemas que tenemos o nuestras virtudes, pero al final somos nosotros quienes tenemos que ser conscientes. Ahora bien, a veces puede ser bueno contar con esa ayuda externa, siempre y cuando no olvidemos que somos nosotros quienes tenemos el poder de crear nuestra realidad.
Emocodificación y Sanación Genética es una herramienta interesante para tomar consciencia y sanar viejas heridas que han quedado ocultas en el baúl de tu mente y, en última instancia, en tu alma. Si tienes ganas de dar un paso al frente, es una forma de hacerlo.