¿SON LOS DEMÁS O SOY YO?

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En primer lugar, es fundamental dejar claro que hay gente tóxica y personas que hacen daño a las demás. Esto es así y negarlo sería irreal. Solo partiendo de esa base, se pueden tomar decisiones maduras y conscientes.

Dicho esto, también podemos llegar a la siguiente conclusión: hay personas que atraen a la gente tóxica más que otras. Ojo, para darnos cuenta de eso, no hay que ser expertos, simplemente hay que ver a nuestro alrededor y seguro que concluiremos que muchas personas tienen siempre el mismo tipo de problemas.

Claro que existe un componente de aleatoriedad en la vida, pero, por experiencia propia, podemos decir que este es mínimo o, si queremos enfocarlo mejor, que la inmensa mayoría de las veces este factor no tiene que ver con que algo nos haya salido bien o mal. Lo mismo que se aplica a determinados fenómenos, se aplica también a las personas.

Vamos a contar una anécdota que seguro que la mayoría de la gente entenderá: una persona, en un determinado momento de su vida, estaba sola y quería relacionarse con otras personas. Como tenía esa necesidad, ofrecía su ayuda gratis e incondicionalmente a terceros a cualquier hora del día y durante varios meses. El resultado a corto plazo fue que, evidentemente, este ser humano dejó de estar solo porque tenía con quien hablar. Ahora bien, pasados unos meses, el nivel de estrés que acumulaba por estar escuchando siempre los problemas de los demás y no tener una contrapartida emocional fue tal que decidió cortar abruptamente el contacto con todas estas personas con las que hablaba. Paradójicamente, en este caso era preferible la soledad a estar acompañado en estas circunstancias.

Convendremos, si analizamos este caso, que la principal responsabilidad estaba en la persona que no puso límites desde el primer momento y que dejó que los demás consumieran la mucha energía que tenía. Si no se hubiese ofrecido incondicionalmente y en cualquier momento y hubiese puesto límites, lo más probable es que no habría sentido la necesidad de cortar el contacto con los demás por higiene emocional. Este es un ejemplo de cómo la gente tóxica existe, pero es quien recibe el mensaje el que tiene que cortar para que la situación no se enquiste.

Por lo tanto, y si hacemos un ejercicio de honestidad, la mayoría de las veces los demás nos hacen daño porque nosotros les hemos dejado que tomasen unas confianzas que no eran tales. Una persona asertiva no suele tener ese problema porque, cuando ve algo que no le gusta, corta de raíz.

En Emocodificación y Sanación Genética somos conscientes de que muchos problemas parten de la incapacidad de poner límites y, por lo tanto, te ayudamos a que seas consciente de que, para evitar a la gente tóxica, tú has de tener claro lo que te gusta y lo que no. La mayoría de la gente es capaz, una vez que toma consciencia, de redirigir su vida hacia donde lo desea.

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