La vida es una sucesión de periodos mejores y peores, pero sí es verdad que, en determinados momentos, tocamos fondo. Los biorritmos tienen dientes de sierra y no responden a una evolución lineal, pero, cuando se toca fondo, ha habido un periodo previo en el que, quizás sin saberlo, se iba larvando la situación.
Varias son las motivaciones por las que nos encontramos ante esta situación, denominada por los especialistas depresión. La pérdida de un ser querido, de un empleo, un reto que no hemos logrado alcanzar o el fin de una relación de pareja o amistad. En cualquier caso, cuando nos sentimos así, tenemos la percepción de que no vamos a mejorar, aunque hay que distinguir el duelo de la depresión diagnosticada como tal. Como principio general para saber si tienes un problema serio, la duración es un buen factor, así como las variaciones que tengas en tu rutina diaria.
Tocar fondo es necesario, aunque pueda parecer cruel, cuando hemos pasado por una etapa de sopor y de estabilidad anodina que, en el fondo, no era satisfactoria para nosotros; lo que sucedía es que otras ocupaciones tapaban el fondo del asunto y, cuando estas desaparecen, explota. Cuando llegamos a este momento, nos replanteamos varias cosas: desde nuestro modo de vida hasta nuestra escala de valores. La inmensa mayoría de las personas ha pasado alguna vez por este momento y salir de ahí ha sido fundamental para mejorar y proyectarse favorablemente para cumplir con sus objetivos. También hay que decir que la inmensa mayoría de los seres humanos son capaces de superar momentos difíciles y se rehacen.
Cuando una persona ha tocado fondo y ha logrado rehacerse, el proceso es parecido a una resurrección metafórica, lo que no significa en absoluto que sea bonito. Dependiendo de la edad, se vive de formas distintas, pero, en cualquier caso, un elemento en común en la mayoría de las personas que se han visto así es que les costará reconocerse ahora con respecto a lo que hacían antes de pasar por este periodo. Alguien que ha salido de una depresión profunda suele cambiar de hábitos, de relaciones de amistad, a veces de pareja y, en muchas ocasiones, también de dieta; normalmente, tiene menos problemas para decir “no” de los que tenía antes.
Las reacciones son diferentes y, en función de la biografía de cada uno y de las vivencias que se hayan acumulado, salir de esta situación será más o menos difícil. En algunos casos se sale sin ayuda externa y, en otros, es necesario el apoyo de un profesional que tendrá que ser transitorio. Nosotros somos partidarios de pedir ayuda si es necesaria y, si no lo es, eso significará que la persona es fuerte.
En Emocodificación y Sanación Genética damos un apoyo a las personas que están pasando por momentos complicados y damos herramientas para que, mediante el autoconocimiento y la vuelta al origen, puedan empoderarse y sanarse. Si crees que te podemos ayudar, estamos a tu disposición.